jueves, 10 de julio de 2014

Pensando en los pacientes (2)

El error está considerado en nuestro espacio sanitario como tabú, y enseguida se escora hacia un sentimiento de culpabilidad, de fracaso de los profesionales que no se ha superado, a pesar del avance experimentado en las prácticas de calidad que rodean la asistencia sanitaria. La reducción de la tasa de eventos adversos -evitables-, objetivo último de los programas de seguridad del paciente, no podrá conseguirse hasta que se materialice un profundo cambio cultural del conjunto de profesionales multidisciplinares que actúan en la red sanitaria. 
Todo progreso no se logrará más que a través de la implantación de un ambiente de transparencia, de comunicación sincera entre todos y de formación y recertificación profesional específica. 
En definitiva, cuando la seguridad del paciente no sólo se predique sino se practique. 
Hace falta crear las condiciones que hagan posible este cambio que no puede ser más que gradual, paulatino, aún siendo consciente que llevamos años marcando este precepto como objetivo a conseguir. 


Pero no son los profesionales los que mayor protagonismo adquieren en esta ocurrencia de hechos no deseados. Los accidentes evitables representan para los pacientes, víctimas principales, así como para sus familiares, un problema subestimado, no suficientemente estudiado todavía, aunque se progresa en su investigación, sobre todo en la última década. 


Los riesgos a los que se someten los pacientes son muchos, variados y poco homogéneos invocando múltiples causas; los enfermos, la mayor parte de las veces, poseen nula o escasa información o, cuando la tienen, no la comprenden bien, lo que hace que los riesgos no sean valorados adecuadamente y como consecuencia, se establezca una relación asimétrica en la relación profesional-paciente. El ciudadano deposita su confianza en unos profesionales muy bien formados y competentes. Cuando les interrogamos sobre la calidad del servicio sanitario, esperan el máximo respeto a su dignidad e intimidad, empatía, fiabilidad, continuidad, accesibilidad, rapidez y confort. 
Nunca piensan, a priori, en seguridad de las actuaciones sanitarias o en riesgo de accidente, daño o lesión atribuible a la asistencia sanitaria recibida. 
Cuando ocurre este resultado no deseado se genera un ambiente de intranquilidad, de hostilidad. Se instaura un plus de desconfianza; los pacientes tienen la impresión de que la información se esconde, que la ley del silencio es la que predomina en el servicio o en el centro sanitario, que la verdad se camufla tras las puertas del hospital, centro de salud o administración sanitaria. 

Esta visión coexiste con la creencia de que un "un profesional competente y prudente no comete errores"; de hecho, las facultades de medicina, durante décadas, han hecho hincapié en la infalibilidad de esta ciencia por lo que el riesgo de error se configura como inversamente proporcional a la experiencia y destreza adquirida y el grado de vigilancia aplicada. 
Así conceptualizado, el error cuando se comete se convierte en un fracaso personal, y, a veces, en una tragedia (segundas víctimas). 
Hace falta romper esta percepción punitiva del error, teniendo en cuenta que numerosos estudios e investigaciones han demostrado con creces y sobre bases rigurosamente científicas, que la conducta inadecuada de los profesionales no es el origen más que de una minoría de accidentes evitables; las causas del resto de eventos adversos hay que buscarlas en la propia (des-)organización del sistema, en el (dis-)funcionamiento del servicio sanitario
Factores predisponentes al error se camuflan en las actividades, procesos o procedimientos clínicos, en la debilidad de las barreras defensivas y en la propia organización de los centros sanitarios para favorecer la actuación inadecuada de los profesionales, la desviación asistencial que puede, o no, provocar un daño al paciente.

La frontera entre evitable e inevitable no es casi nunca neta, impermeable, ni estable sino más bien porosa y dinámica. Los avances de la ciencia y el desarrollo tecnológico desplazan de manera muy dinámica estos límites: lo que era ayer era inevitable, hoy no lo es. Y al contrario. La resistencia a los antibióticos con el consiguiente incremento de las infecciones nosocomiales puede considerarse un ejemplo de retroceso técnico.
Pero sin duda, la mejor forma de actuar en seguridad de los pacientes es la gestión proactiva, aquella que permite la anticipación al error; generalmente se trata de actuaciones que se realizan durante el proceso de concepción o del propio diseño del proceso, servicio o actividad sanitaria.
Seguiremos desgranando la seguridad del paciente; la misma es un camino a recorrer, paso a paso, marcando el sendero.

2 comentarios:

  1. No se puede sino estar de completo acuerdo con lo expresado..Despues del To err is human hubo una breve epidemia de sinceramiento( recuerdan los libritos ingleses Medical Error- en los que destacados profesionales relataban sus errores..Despues de eso..se empezo a sustituir el termino por seguridad del paciente y despues por calidad!! eufemismos pues esta tacitamen te prohibido hablar de error..La sociedad DEM-Diagnostic error in medicine-ha cambiado su nombre por la positiva: Sociedad para la Mejora del Diagnóstico..
    ..asi NO vamos bien..las tasas de eventos adVersos NO HAN disminuido...el problema esta muy bien expresado en su artículo,,ojala asistamos en algun momento a ese sinceramiento necesario
    las instituciones, los medicos..todos ellos sonr (somos) responsables de lo que sucede y mientras no se acepte que si ,se comenten errores evitables no vamos bien.
    El hecho de no poder hablar claramente de error me recuerda lo que sucedia años atras con la palabra cáncer..no se decia abiertamente, usabamos eufemismos a nivel medico( neoplasma, blastoma) y anivel popular (tiene algo malo) ahora que el cancer es mucho mas tratable se habla abiertamente..pasara lo mismo con el error medico algun día?

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  2. Dra. Falcón, gracias por su acertado comentario. Efectivamente la eguridad del paciente se encuentra aún bajo un velo, sigue siendo algo tabú. Transparencia, sinceridad, menos miedo y cultura de seguridad harán posible este objetivo que todos perseguimos. Mientras tanto, hagamos camino. Supondrá que hacemos ,as visible un problema de importante magnitud al que no debemos dar la espalda. Gracias de nuevo. Un cordial saludo

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