martes, 15 de julio de 2014

¿Valoramos adecuadamente la seguridad del paciente en el quirófano?

Todo un lujo nuestra invitada de hoy en el blog. Una muy buena entrada escrita por Amparo Rubio San Pedro, enfermera de Quirófano, con experiencia en gestión y profesora en numerosos cursos al igual que ponente en incontables congresos celebrados. La pasión enfermera por su trabajo la ha llevado a presidir la Asociación que agrupa en su tierra, Comunidad Valenciana, a las enfermeras que trabajan en  quirófano (Asociación de Enfermería Quirúrgica de la Comunidad Valenciana -AEQCV-). Tengo que confesar que desde que coincidimos en un Congreso en Peñíscola, sentí una especial predilección científica por ella lo que me condujo a invitarla como ponente al Congreso de AEGRIS celebrado en Santiago de Compostela el año pasado con notable acierto.
Gracias Amparo por tu contribución magnífica en este humilde blog. Una aportación muy interesante y valiente. Validada por tu importante experiencia y entusiasmo por tu profesión. Entre todos estáis haciendo importante en contenidos este cuaderno. Y, por ende, la seguridad de los pacientes.




Desde hace más de un siglo, la cirugía viene siendo un componente esencial de la asistencia sanitaria en todo el mundo y como consecuencia de ello, es ampliamente reconocido el problema de la seguridad en el Quirófano según se desprende de los estudios realizados que nos llevan a confirmar la magnitud y omnipresencia del problema.

Por consiguiente, un movimiento mundial que promueve un enfoque sistémico de la seguridad de la cirugía simplemente podría salvar la vida de millones de personas en todo el mundo. Debido a ello y como ya es reiterado en múltiples foros pero es de interés volver a incidir, en 2004 la Organización Mundial de la Salud, crea la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente en respuesta a la Resolución 55.18 de la Asamblea Mundial de la Salud, en la que se insta a prestar la mayor atención posible al problema de la seguridad de los pacientes. Cada año la Alianza organiza programas que tratan aspectos sistémicos y técnicos y cada dos años se formula un nuevo reto destinado a impulsar el compromiso y la acción internacional en un aspecto relacionado con la seguridad del paciente que suponga un área de riesgo importante.

Así el primer Reto se centró en las infecciones relacionadas con la atención sanitaria, aspecto muy a tener en cuenta en el quirófano, y el tema elegido para el segundo Reto es la seguridad de las prácticas quirúrgicas.

La Alianza Mundial empezó a trabajar en este reto en enero de 2007, con un objetivo claro, mejorar la seguridad de la cirugía en todo el mundo, definiendo para ello un conjunto básico de normas de seguridad. Con este fin coincidieron en señalar cuatro áreas en las que se podrían realizar grandes progresos en materia de seguridad de la atención quirúrgica: prevención de las infecciones de la herida quirúrgica, seguridad de la anestesia, seguridad de los equipos quirúrgicos y medición de los servicios quirúrgicos.

Hasta aquí, el planteamiento de una teoría, general, perfecta y evidentemente, creada para dar solución a una realidad existente de “potencial inseguridad” pero ¿cómo resulta su aplicación respecto a la enfermera en el Quirófano en los Hospitales públicos de algunas Comunidades de nuestro país? 

Para aportar posibles respuestas e incluso propuestas de solución, me baso en la experiencia que me otorga el trabajo realizado desde hace un período importante de tiempo, en el Quirófano de un Hospital “de referencia” o lo que es lo mismo, un hospital donde se remiten las urgencias de los hospitales comarcales que no disponen de ciertas especialidades quirúrgicas

Plasmando una realidad en cuanto a la aplicación de esas medidas tendentes a proteger al paciente y por tanto garantizarle seguridad en su paso por el entorno quirúrgico, voy a centrarme en una cuestión que afecta directamente a nuestro colectivo enfermero y en mi opinión, quiebra la intención del concepto de que la “cirugía segura, salva vidas”.

Concretamente me refiero a la contratación de personal cualificado. Queda claro la parte que corresponde a los médicos cirujanos especialistas, cada uno de ellos asignado a su correspondiente especialidad quirúrgica y exigentes en cuanto a las medidas de seguridad del paciente y del entorno quirúrgico en especial del personal que debe colaborar en cada intervención, es decir la enfermera de quirófano. La asignación de los puesto de trabajo (personal fijo, cobertura de bajas, vacantes…) no sigue una lógica acorde con la seguridad a la que nos estamos refiriendo, en ciertos gobiernos autonómicos, en el departamento correspondiente, impera una norma que no distingue entre calificación y cualificación, la persona a designar es un número colocado en un orden y es bajo ese criterio único como se incorpora una enfermera a un quirófano.



Actualmente para ello, se funciona mediante una “bolsa de trabajo general”, negociada por representantes sindicales y de la Administración, en Mesa Sectorial y en la que como méritos, se constata exclusivamente el tiempo trabajado sea cual sea el puesto ocupado y el conocimiento de la lengua de la Comunidad, demostrado mediante previo examen de un organismo de la Administración. En absoluto cuenta la formación específica en determinadas áreas, llamemos especiales, ni por supuesto la experiencia laboral en ellas y ya ni hablar de la investigación.

Si bien hemos de reconocer que en algunos hospitales las Direcciones de Enfermería, se facultan para intermediar con algunas medidas que vienen a solucionar la distinción antes citada. 

Por ello, se crea la paradoja real, de que una enfermera puede ser contratada para ocupar estos puestos mencionados en quirófano, aunque carezca de experiencia para realizar con mínimas garantías tanto para el paciente como la funcionalidad del quirófano y de su equipo (cirujanos, enfermeras, auxiliares…) o lo que es lo mismo que jamás haya “pisado” ni durante su período formativo como enfermera, ni laboralmente un quirófano.

Este hecho, que he compartido en múltiples ocasiones, siempre me ha llevado a una reflexión importante, haciendo un repaso a mi quehacer diario, me encuentro con intervenciones quirúrgicas, en las es imprescindible disponer de conocimientos formativos específicos previos. 

Podemos exponer aquí de una forma sucinta y sin la más mínima pretensión de una evaluación del puesto de trabajo, aquellos aspectos acerca de la seguridad del paciente en el quirófano, en las que la enfermera debe constituirse en garantía de su cumplimiento: Identificación, posición, maniobras de isquemia (cuando requiera), protección ante la electrocoagulación, control de la retención de cuerpos extraños, asepsia, control de la esterilización y de su trazabilidad, actuación ante una vía aérea difícil, control de las vías de perfusión, sistemas de ventilación, no olvidando de forma específica la comprensión y el necesario adiestramiento en la instrumentación, adecuando el material y equipamiento, no debemos olvidar la constante evolución exponencial de la cirugía y de sus procedimientos, que obliga a las enfermeras de quirófano a una constante actualización. Y citar, como uno de nuestros últimos reconocimientos como garantes de la seguridad, la recomendación, por parte de la OMS, que sea la enfermera la encargada de administrar el listado de verificación quirúrgica

Como contrapartida a esta situación actual y trasladándonos con la Historia a 1896, cuando se crea en España, por parte del Dr. Federico Rubio y Galí, la primera escuela de Enfermería, la Escuela Santa Isabel de Hungría, en un entorno exclusivamente quirúrgico, en el Instituto de Terapéutica Operatoria, fundado por él, unos años antes. Federico Rubio ya creyó hace más de un siglo en la necesidad de una enfermera preparada y cualificada, no solo de una mujer de buena voluntad, como hasta entonces, para trabajar en la sala de operaciones. De esa enfermera a las de hoy, hemos retrocedido un poco más de un siglo. 

Como conclusión a esta reflexión y en este tiempo tan reivindicativo, nuestra labor merecería ser reconocida de forma bien diferente. Una especialización en el trabajo diario se impone a cualquier otra lógica porque la tarea de la Enfermera en el Quirófano es altamente funcional, eficaz y genera resultados significativamente productivos; pertenece a un válido grupo fundamental, como dicen los gestores, en la optimización de la Sanidad, aunque algunos pongan mucho esfuerzo en negarlo. Y por supuesto y como más importante somos los encargados de garantizar, en gran parte del proceso quirúrgico, esa seguridad que por derecho propio le corresponde al paciente.

Añadir tan sólo, que una posible solución a esta pequeña parte del conjunto de problemas potenciales de la seguridad del paciente en el quirófano, pasaría simplemente por un encuentro facilitador de nuestras posturas no únicamente reivindicativas, con la administración sanitaria, direcciones de Enfermería, la propia Universidad y valorar en conjunto, la necesidad y la necesaria formación y lógicamente con los agentes sociales que deberían ser susceptibles de la necesidad de especialización y formación en cierto puestos y áreas asistenciales donde la seguridad del paciente no es una demanda de un colectivo, sino una necesidad de la sociedad que garantice los cuidados y la seguridad del paciente en el entorno quirúrgico

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