El otro día participé en Alicante en una mesa redonda sobre seguridad quirúrgica organizada por la Sociedad Española de Enfermería en Cirugía en el contexto de su 4º Congreso que llevaba por título "Humanización y Evidencia en los Cuidados". Felicitar a la organización @SEECIR por la calidad científica que allí transmitió (escuché parte de las sesiones ya que se emitió en directo). Una tremenda satisfacción personal poder conocer a algunas personas con las que compartes muchas ideas en la red, te mueven similares intereses profesionales y te caen simpáticos, aún sin conocerlos. Entre otros, al gran Xosé Manuel Meijome @EnferEvidente, un enorme profesional y un grandísimo defensor y creyente convencido de la seguridad del paciente. A la par, volver a coincidir en (lo que yo denomino) una gala, con mi amigo y admirado Profesor Jesús Aranaz, un verdadero referente en seguridad de los pacientes en España y a nivel internacional.
Y me he vuelto a interesar por este blog, absorto como estaba en mi quehacer diario (nada fácil) y en la desilusión que proporciona el compartir sin que creas percibir el más mínimo interés en lo que escribes. Me gustó la propensión hacia esta materia entre los asistentes aunque solo tratamos un aspecto parcial de la seguridad de los pacientes como fue su aplicación en el bloque quirúrgico. Hay campo abonado; hace falta insistir en proyectos, ideas, debates y conclusiones para impulsar la materia. Tanto más en estos días dónde parece verse amenazado su componente institucional fruto de una política marcada por directrices económicas. Nos quedan los profesionales. A ellos, a vosotros es a quién hay que dirigir cualquier esfuerzo orientado a aumentar el nivel de seguridad del paciente existente. Y evitar errores. Y daños prevenibles. Y en su caso, mitigarlos.
A cambio, y apriorísticamente, los pacientes depositan en nosotros confianza ilimitada en nuestro conocimiento, nuestras habilidades y capacidades. Intentemos al menos "no dañarlos", no someterlos al "fuego amigo" de nuestra atención y cuidados de salud. La falta de comunicación sigue siendo uno de los pilares en los que se sustenta la inseguridad con la que (mal)tratamos a nuestros pacientes. Es una de las causas principales de litigios y demandas contra los profesionales sanitarios por errores médicos. Y este déficit de relación interpersonal, en nuestro terreno, no queda solo en el marco del cabreo o de la retirada de palabra; va más allá, y mantiene el cuidado debido al paciente en un difícil equilibrio, en la cuerda floja que se puede romper en cualquier momento y provocar un evento adverso con daño que podía haber sido evitado. ¿Es posible protocolizar una buena comunicación en nuestros centros sanitarios? Claro que si; algunos países lo han intentado. A modo de ejemplo la JCAHO ha incluido la estandarización de la comunicación entre profesionales en los objetivos de seguridad del paciente.
Mucho se está escribiendo en revistas científicas sobre la materia en los últimos tiempos. Lo pueden revisar en la sección de facebook o twitter de este mismo blog y se refieren a la buena comunicación en los cambios de turnos o de guardias, transferencias de pacientes, interconsultas y comunicación de situaciones clínicas. El acrónimo SBAR cuya traducción española es SAER es una fórmula utilizada para mejorar la comunicación como proceso mental compartido entre profesionales que fomenta la seguridad de los pacientes: Situación, Antecedentes, Evaluación y Recomendación. Fácil, ¿no? La comunicación resultará más efectiva si se practica y reducirá aquellas pérdidas informativas de verdadera transcendencia para la salud y seguridad de nuestros pacientes. Cada conversación entre profesionales o su déficit tiene un tremendo impacto y eso debemos corregirlo.
Otra posibilidad es el diseño y puesta en marcha de listas de verificación para una adecuada comunicación entre profesionales en un área específica: cambios de turno, de guardia, traslados, altas hospitalarias, etc. Seguro que existen modelos ya implantados; en caso contrario, habrá que crearlos. La competencia profesional y la seguridad de los pacientes deben estar ancladas en la comunicación. La ideación de los procesos, el diseño de sistemas seguros, la administración de tecnologías de información, los controles, la actividad, en definitiva un correcto y productivo funcionamiento de una organización de salud se debe a una buena comunicación profesional. Para ser seguros se requiere ser comunicativos. Nos jugamos su salud.
Y me he vuelto a interesar por este blog, absorto como estaba en mi quehacer diario (nada fácil) y en la desilusión que proporciona el compartir sin que creas percibir el más mínimo interés en lo que escribes. Me gustó la propensión hacia esta materia entre los asistentes aunque solo tratamos un aspecto parcial de la seguridad de los pacientes como fue su aplicación en el bloque quirúrgico. Hay campo abonado; hace falta insistir en proyectos, ideas, debates y conclusiones para impulsar la materia. Tanto más en estos días dónde parece verse amenazado su componente institucional fruto de una política marcada por directrices económicas. Nos quedan los profesionales. A ellos, a vosotros es a quién hay que dirigir cualquier esfuerzo orientado a aumentar el nivel de seguridad del paciente existente. Y evitar errores. Y daños prevenibles. Y en su caso, mitigarlos.
A cambio, y apriorísticamente, los pacientes depositan en nosotros confianza ilimitada en nuestro conocimiento, nuestras habilidades y capacidades. Intentemos al menos "no dañarlos", no someterlos al "fuego amigo" de nuestra atención y cuidados de salud. La falta de comunicación sigue siendo uno de los pilares en los que se sustenta la inseguridad con la que (mal)tratamos a nuestros pacientes. Es una de las causas principales de litigios y demandas contra los profesionales sanitarios por errores médicos. Y este déficit de relación interpersonal, en nuestro terreno, no queda solo en el marco del cabreo o de la retirada de palabra; va más allá, y mantiene el cuidado debido al paciente en un difícil equilibrio, en la cuerda floja que se puede romper en cualquier momento y provocar un evento adverso con daño que podía haber sido evitado. ¿Es posible protocolizar una buena comunicación en nuestros centros sanitarios? Claro que si; algunos países lo han intentado. A modo de ejemplo la JCAHO ha incluido la estandarización de la comunicación entre profesionales en los objetivos de seguridad del paciente.
Mucho se está escribiendo en revistas científicas sobre la materia en los últimos tiempos. Lo pueden revisar en la sección de facebook o twitter de este mismo blog y se refieren a la buena comunicación en los cambios de turnos o de guardias, transferencias de pacientes, interconsultas y comunicación de situaciones clínicas. El acrónimo SBAR cuya traducción española es SAER es una fórmula utilizada para mejorar la comunicación como proceso mental compartido entre profesionales que fomenta la seguridad de los pacientes: Situación, Antecedentes, Evaluación y Recomendación. Fácil, ¿no? La comunicación resultará más efectiva si se practica y reducirá aquellas pérdidas informativas de verdadera transcendencia para la salud y seguridad de nuestros pacientes. Cada conversación entre profesionales o su déficit tiene un tremendo impacto y eso debemos corregirlo.
Otra posibilidad es el diseño y puesta en marcha de listas de verificación para una adecuada comunicación entre profesionales en un área específica: cambios de turno, de guardia, traslados, altas hospitalarias, etc. Seguro que existen modelos ya implantados; en caso contrario, habrá que crearlos. La competencia profesional y la seguridad de los pacientes deben estar ancladas en la comunicación. La ideación de los procesos, el diseño de sistemas seguros, la administración de tecnologías de información, los controles, la actividad, en definitiva un correcto y productivo funcionamiento de una organización de salud se debe a una buena comunicación profesional. Para ser seguros se requiere ser comunicativos. Nos jugamos su salud.
Aquí estoy de nuevo. Luchando como siempre por la seguridad de los pacientes. Espero ser útil. Gracias. Nos leemos. Y, circunstancialmente, nos veremos. Así sea.
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