Me
lanzó al ruedo de los blogs; sabiendo que existen innumerables, muchos muy
buenos, ¿qué objetivos busco con este que hoy ve la luz? Desde luego no serán
ambiciosos. No poseo el don de la genialidad ni se me ocurren a menudo ideas
brillantes. De estos escritores ya existen y da gusto leerlos. La mejor
característica que me define es la constancia y dedicación. Mi profesión, como
gustaba decir a mi padre, médico de despacho. Me apasiona todo lo relacionado
con la seguridad de los pacientes hasta el punto que hace más de década y
media, he dedicado muchas horas, recursos y empeño a leer, informarme, formarme
y contribuir, de una manera muy modesta, al desarrollo inicial de este
movimiento antes imparable, hoy en día muy frenado, de la seguridad de los pacientes.
Y es precisamente este freno, esta pérdida de aire que está haciendo que la
disciplina comience a mostrar signos disneicos lo que me ha hecho reflexionar y
dar este paso adelante. Ante todo pido disculpas. Con modestia. Es probable que
mis escritos no aporten mucho a la comunidad científica. No es esa mi
pretensión. Gurús tiene esta ciencia. Pero falta mucho de transparencia; de
sinceridad; quizás, de llamar a cada cosa por su nombre. O es que podemos
permitirnos el que después de una docena de años de furor científico imparable,
de inversiones más o menos importantes, de numerosos documentos técnicos al
respecto, de múltiples e importantes organismos oficiales, públicos y privados,
gubernamentales o no, dedicados a la cuestión, estemos en un punto desconocido,
en el que los avances prometidos bien no se ha cumplido bien no se han medido.
Lo
cierto es que no hay razones para pensar que la naturaleza, frecuencia y
gravedad de los eventos adversos, siniestros y/o accidentes que afectan a los
pacientes en el Sistema Nacional de Salud español son sustancialmente
diferentes a aquellos que ocurren en otros países que nos han precedido en el
análisis y tratamiento de este asunto cada vez más inquietante.
Accidentes
o errores evitables en nuestra red sanitaria que comportan una causa
significativa de morbilidad y mortalidad que sugieren de inmediato una
necesidad prioritaria de actuación que debería situarse en el mismo nivel que
otras materias preventivas de nuestro agitado sistema de salud.
El
fenómeno de la inseguridad de los pacientes -por mucho que se haya profundizado
en su análisis en los últimos tiempos- constituye sólo la punta visible de un
problema más profundo, oculto en un ambiente sanitario, hasta hace poco tiempo
y aún residualmente, de falso pudor y malestar.
El
término accidente, evento adverso, pero sobre todo la palabra error, están
considerados en nuestro espacio sanitario como tabú, y enseguida se escoran
hacia un sentimiento de culpabilidad, de fracaso de los profesionales que aún
no se ha superado, a pesar de todo el avance científico y de las prácticas de
calidad que rodean la asistencia sanitaria. La reducción de la tasa de
incidentes y accidentes evitables, objetivo último de los programas de
seguridad del paciente y de gestión de riesgos sanitarios, no podrá conseguirse
hasta que se materialice un profundo cambio cultural del conjunto de
profesionales multidisciplinares que configuran nuestra red sanitaria.
Todo
progreso en este sentido no se alcanzará más que a través de la implantación de
un ambiente de transparencia, de comunicación sincera entre todos (profesionales entre si y con los pacientes) y de
formación y recertificación específica. En definitiva, en nuevo ambiente
cultural propicio dónde la seguridad del paciente no sólo se predique sino que,
además, se practique. Hace falta, pues, crear las condiciones que hagan posible
este cambio que no puede ser más que gradual, paulatino, aún siendo consciente
que llevamos demasiados años marcando este precepto como objetivo a conseguir.
Primeras
y segundas víctimas. No me gusta la denominación; da igual. Ayer los compañeros
del movimiento "UCI seguras" me tuiteaban, ni segundas ya que es
prioritario tenerlos en cuenta, ni víctimas porque son parte de activa de la
solución. Se referían a las segundas víctimas, es decir, aquellos profesionales
que han atendido pacientes que sufren efectos adversos inesperados y que
también se sienten dañados en su actividad y su moral, ven comprometida
su competencia y su propia carrera profesional.
Aún
así segundos perjudicados no son los únicos actores de esta película
de terror. Los accidentes evitables representan para los pacientes, primeras
víctimas o perjudicados principales, así como para sus familiares, un problema
subestimado, no suficientemente detallado ni relatado todavía, aunque se progresa
en su investigación, sobre todo en la última década. Consecuencia inmediata de
estos accidentes es la instauración de un plus de desconfianza; los
perjudicados tienen la sensación de que la ley del silencio se impone y que la
verdad se camufla en el recinto sanitario.
Es
importante señalar que del análisis de los eventos adversos prevenibles se
desprende que no todos los errores que se cometen son reclamados o denunciados; más bien ocurre al contrario; la
mayor parte del daño que se causa a los pacientes y que puede ser evitado, pasa
desapercibido, es decir, no se reclama. Son los que se han venido en denominar
“falsos negativos”. Por otra parte muchas de las reclamaciones, litigios o
demandas obedecen, tras un meticuloso estudio de las causas, a “falsos
positivos”, es decir, casos en los que se reclama sin que haya existido daño o
motivos que fundamenten esa protesta o demanda.
Un
profesional competente y prudente no comete errores, se afirma en nuestro
cosmos sanitario; de hecho, las facultades de medicina, durante décadas, han
hecho hincapié en la infalibilidad de la medicina por lo que el riesgo de error
se configura como inversamente proporcional a la experiencia y destreza
adquirida y el grado de vigilancia aplicada. Así conceptualizado, el error cuando
se comete se convierte en un fracaso personal, y, a veces, en una tragedia.
Hace
falta romper esta percepción punitiva del error, teniendo en cuenta que
numerosos estudios e investigaciones han demostrado con creces y sobre bases
rigurosamente científicas, que la conducta inadecuada de los profesionales no
es el origen más que de una minoría de accidentes evitables; las causas del
resto de accidentes hay que buscarlas en la propia (des)organización del
sistema, en el (dis)funcionamiento del servicio sanitario.
Aunque
un velo desplegado por la organización sanitaria y algunos profesionales
recubre la realidad de los accidentes en el entorno sanitario, en la
actualidad, existe un buen número de herramientas e informaciones que los
revelan, lo exteriorizan y pueden hacerlos transparentes. Sin embargo llama la
atención el carácter fragmentado, heterogéneo y no estructurado de estas bases
de datos (información) existentes. Constituyen múltiples piezas de un puzle que
no responden a ningún patrón lógico, siendo difícil, cuando no imposible la
percepción de un todo coherente.
La
seguridad de los pacientes no se
corresponde con la ausencia completa de riesgos; no existe el riesgo cero.
Tampoco se debe desdeñar la existencia de riesgos porque éstos, bien no se
conozcan, bien no se hayan materializado nunca. Seguridad de los pacientes,
pues, no es sinónimo de reducción completa de riesgos ya que es imposible.
Siempre existirán riesgos residuales que habrán de asumir la organización
sanitaria y los pacientes. La identificación, análisis, priorización y
tratamiento de los riesgos son las fases de la gestión de riesgos que
contribuirán a incrementar la seguridad de los pacientes.
La
seguridad se ha convertido en una preocupación omnipresente en la sociedad. Uno de los
sectores en los que la seguridad ha sido siempre un objetivo prioritario a
alcanzar es el sanitario. Por desgracia, la aplicación del principio de
precaución (ante la duda de que ocurra un daño, absténganse), o lo que es
equivalente, es decir, que los beneficios superen siempre los riesgos, no
siempre aparece como evidente.
El
desafío planteado implica indagar sobre los conocimientos, saberes y prácticas
del equipo de salud que permita interpretar el universo simbólico en relación
con el error en el ámbito asistencial e identificar los determinantes y
predisponentes que contribuyen a la generación y reproducción de prácticas
médicas seguras. En otras palabras generar un cuerpo de evidencia acerca de la
cultura de la seguridad de los pacientes vinculada a la atención (incluso en muchos casos la sobreactuación) de los mismos
en los centros sanitarios.
Y en
eso estamos; en ello pretendo aportar modestas reflexiones. Esa es la razón de
este cuaderno.
Animo, José María;adelante con ese proyecto; vamos a seguirte, amigo.
ResponderEliminarGracias Manuel. Será un honor
EliminarMe gustará leer esas reflexiones ,seguro que nos harán pensar ,ver otro punto de vista (el de un experto ,ahí es nada) sobre todo a los que hablamos sin tener muchos datos (a veces ninguno) y así nos va ,gracias a ti por compartir con nosotros todo eso ,saber y tiempo ,eso no está pagado con nada ,un beso.
ResponderEliminarMi agradecimiento Conchy; siempre conmigo. No se si lo merezco. Un beso
EliminarEnhorabuena José María. Mucho ánimo con este nuevo proyecto, estaremos pendientes de cada entrada. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias Sara; espero tus expertos comentarios.
ResponderEliminarLo primero, no seas condescendiente, que tu blog no es comparable a ningún otro.
ResponderEliminarLo segundo, llevar una vida saludable dentro de lo que cabe conlleva aceptar lo que dices: la seguridad de los pacientes no se corresponde con la ausencia completa de riesgos. A partir de ahí, a currar con todas las herramientas: identificar, analizar, empatizar (importante), y sobre todo... poner medios para que no se repita...
Y entonces, ¿a esperar a que lluevan las felicitaciones? Pues ya sabes que no... Pero para eso estáis los más grandes, para aguantar y recibir admiraciones sólo de unos pocos...
Abrazo grandote!!
Eres grande David; de eso si estoy seguro
EliminarA esto le llamo yo entrar por la puerta grande, José María.
ResponderEliminarComo tú bien dices, los blogs son numerosos y algunos de gran calidad. Sin embargo, éste, el tuyo, llega en el mejor momento, en el más necesario. E intuyo que marcará la diferencia.
Enhorabuena y gracias! Te seguiré de cerca. Un abrazo.
Me honra tu comentario; gracias Beatriz
ResponderEliminarBienvenidos tú y tus aportaciones
ResponderEliminarSe te leerá con interés y deseo de aprender
Creo que sabes de lo que hablas y puedes ayudar al mejor y mayor conocimiento de este interesante e importante universo sanitario, por todos los demás.
¡Ánimo, constancia y suerte!
Rafa Pacheco
Gracias Profesor Pacheco; leer tu blog me animó a emprender esta aventura. Os lo recomiendo: http://eticayesteticasanitarias.blogspot.com.es/. Un abrazo
ResponderEliminarBienvenido a la blogosfera José María, esperaremos impacientes cada una de tus entradas. Aún sin " genialidad ni ideas brillantes" cómo dices (yo no soy ninguna lumbrera y ahi vamos), seguro que tendrás mucho que aportar con toda tu experiencia en este campo. Honestidad ante todo, me parece mucho más importante. Un abrazo y ánimo.
ResponderEliminarGracias Carmen. Con vuestro aliento e impulso diario, vuestros conocimientos y generosidad por compartirlos, intentaré no defraudar. Un saludo
ResponderEliminarBienvenido a la blogosfera sanitaria. Aunque hay muchos blogs sanitarios, no conocía ninguno específico de un tema tan necesario como apasionante como es la Seguridad del Paciente.
ResponderEliminarUn abrazo y mucho ánimo
Gracias Andoni, un honor que me pone las pilas; Un saludo
EliminarHola; por fin tengo un momento para pasarme por aquí.
ResponderEliminarSi a esto le llamas no escribir bien... me alegra que cada vez más y más gente escriba "a pecho descubierto" sobre seguridad pues nunca creí que los discursos monocordes viniesen de donde viniesen fueran positivos para abordar un asunto tan complejo como es la atención sanitaria y los riesgos inherentes a la misma, su reducción y el abordaje de los incidentes y eventos adversos.
Seguro que con tu contribución tod@s saldremos ganando. Bienvenido.
@EnferEvidente
Gracias Xose Manuel. Un saludo
ResponderEliminarEres tan buen profesional como buena persona.
ResponderEliminarNo dudes que te seguiré, ¿cómo perder la oportunidad de leer a alguien que de verdad sabe de este tema y que lo vive y defiende sin intereses particulares?.
Un beso.
Me ruborizas Susana; muchas gracias. Viniendo de alguien como tú, que ya has demostrado mucho en este ámbito, es un superhalago. Un beso
ResponderEliminarQuerido José María, Enhorabuena por tu Blog. Declaro mi ignorancia, no sé si hay otros blogs y otros Gurús, pero a ti te conozco desde hace tiempo, conozco tu trayectoria y tu compromiso, y es fácil darse cuenta de que las reflexiones que haces son fruto de un profundo conocimiento y experiencia sobre el tema. Confieso que, como bien has descrito, como profesional directamente implicado en la atención a los pacientes y con escasa formación sobre el tema, asocio inicialmente el problema con los términos: tabú, miedo, fallo, fracaso, culpa... Pero te prometo que, a partir de ahora, voy a tratar de contemplar la seguridad asistencial con una nueva mentalidad y como algo muy importante y consustancial a mi práctica clínica. Nadie mejor que tú y los compañeros que te siguen para orientarme en este cambio cultural asistencial.
ResponderEliminarTe reitero mi enhorabuena, ánimo y un fuerte abrazo.
Jacinto Fernández Pardo
Estimado Jacinto: estando estas letras escritas por tan eminente facultativo ya es un logro muy importante. Espero que tus pensamientos se extiendan al máximo entre nuestros compañeros y propicien ese halo de esperanza en el necesario cambio cultural que en el marco de la seguridad de los pacientes venimos demandando hace años. Gracias compañero; gracias amigo Jacinto.
ResponderEliminarMis mas sinceras felicitaciones, por tu blog y por tus reflexiones, sin duda sera todo un placer seguirlas y compartirlas,seguro que contribuirán, como un granito de arena mas, en el cambio cultural necesario para la seguridad del paciente.
ResponderEliminarGracias Francisca; Un saludo
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