Si continuamos con el hilo conductor de la última entrada de este blog (semántica del riesgo), se podría afirmar que la definición de riesgo es la posibilidad de que ocurra algo no deseado. Esta definición tiene dos dimensiones: la primera es la probabilidad, en este caso la posibilidad de que suceda lo indeseado. La segunda es la consecuencia, expresada en ese "algo" indeseado. Otro significado de la palabra riesgo es que generalmente se asocia a un peligro que amenaza, sin aspectos cuantitativos. Las personas se imaginan las consecuencias de un peligro que les amenaza. Esto se refleja más en su dimensión consecuencias que en su dimensión probabilidad.
Otro concepto general, quizás el más utilizado en la definición de riesgo, es que el riesgo es la combinación de la probabilidad de que se produzca un hecho y de sus consecuencias. El riesgo se define como el valor esperado de esas consecuencias, que es el producto de la consecuencia por su probabilidad.
Una probabilidad se representa con un número decimal que varía en sus valores entre más de cero (o más del 0 %) a menos de uno (o menos del 100 %). La probabilidad de ocurrencia de un riesgo no puede, pues, por definición, tomar valores extremos, ya que si ese fuera el caso, el riesgo no existiría: el valor nulo o cero (0) significa que el evento que se trate no puede nunca acontecer; el valor uno (1 o 100 %) representa que el resultado que estudiamos aparece siempre, es cierto, hay seguridad de que ocurra y, por tanto, no es riesgo (hay certeza).