jueves, 31 de julio de 2014

¿Qué opinan los ciudadanos europeos sobre la Seguridad del Paciente?

Rodrigo Gutiérrez Fernández, por todos conocidos en estos medios de difusión social, experto en gestión sanitaria y autor del blog Regimen Sanitatis 2.0 al que hacíamos referencia en la anterior entrada, tiene un amplio currículum. Médico y cirujano, actualmente ocupa el puesto de Jefe de Servicio en la Dirección General de Salud Pública, Drogodependencias y Consumo de Castilla-La Mancha. Ha ocupado cargos de responsabilidad en el SESCAM en Atención Primaria, Atención al ciudadano, Secretario General de esa Institución. Especial dedicación profesional a la gestión de atención al usuario ocupando en la actualidad la presidencia de Sociedad Española de Atención al Usuario de la Sanidad (SEAUS). Su blog mencionado anteriormente es de obligada consulta para quienes tenemos interés en las variadas materias que conforman la gestión sanitaria y disciplinas conexas. En suma, un gran profesional que ha tenido la gentileza de responder a mi invitación para escribir esta entrada dedicada a la opinión que manifiestan los ciudadanos europeos sobre la seguridad del paciente. Muy instructiva y útil, de fácil lectura y con información sorprendente contiene enlaces directos a las diferentes referencias que Rodrigo señala en su magnífico artículo. 


Muchas gracias compañero y maestro. Una excelente aportación a este blog que pretende ser referente en seguridad del paciente contando con la opinión de todos. 

«Cuando los ciudadanos van a un hospital, esperan recibir una asistencia sanitaria segura. La buena noticia es que la mayoría de los Estados miembros ya tienen programas sobre seguridad de los pacientes. La mala noticia es que, pese a este progreso, sigue habiendo problemas en los centros asistenciales y que la seguridad de los pacientes no suele formar parte del adiestramiento del personal sanitario. De ahí la necesidad de proseguir los esfuerzos por garantizar una mayor seguridad a los ciudadanos en nuestros centros sanitarios».
Tonio Borg, Comisario Europeo de Salud


El contexto de la Seguridad del Paciente en Europa 

Se calcula que entre el 8 y el 12 % de los pacientes hospitalizados en el conjunto de la Unión Europea (UE) presenta algún efecto indeseable durante el tratamiento: infección hospitalaria (el 25 % del total), errores de medicación, errores quirúrgicos, mal funcionamiento de algún producto sanitario, errores de diagnóstico o respuesta inadecuada frente a los resultados de las pruebas. Se calcula que cada año en la UE 4,1 millones de pacientes sufren una infección hospitalaria, lo que supone como mínimo 37.000 muertes. 

El pasado mes de junio la Comisión Europea hacía público un ‘paquete de documentos’ que recogen la situación actual, el enfoque y la política de la Comisión y de los Estados miembros de la UE en materia de Seguridad del Paciente. (vid. nota de prensa). 

Ya en 2009, una Recomendación del Consejo sobre la seguridad de los pacientes y las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria propuso una estrategia global a escala de la UE con cuatro ámbitos de actuación: 1) elaborar políticas y programas sobre seguridad de los pacientes, 2) capacitar a los pacientes, 3) comunicar acontecimientos adversos y aprender de los errores, y 4) educar y formar a los trabajadores sanitarios. 

En estos cinco años se ha avanzado mucho en la elaboración de programas nacionales y creando sistemas para que los pacientes puedan notificar reacciones adversas, pero queda mucho camino por recorrer en cuanto a la aplicación de las normas sobre corresponsabilización de los pacientes y la educación y formación del personal sanitario, según detalla el Informe Patient safety and healthcare-associated infections, presentado ahora. 

Tras analizar los progresos alcanzados con respecto a la situación existente hace dos años (recogida en el Informe realizado en 2012 sobre la aplicación de la Recomendación de 2009), se propone un listado de acciones tales como la elaboración de directrices sobre la información a los pacientes o el nivel de seguridad de los pacientes, así como una definición común de lo que es calidad de la atención sanitaria. 


Datos para el análisis 

A la hora de evaluar la calidad de la asistencia sanitaria deben tenerse en cuenta sobre todo los aspectos derivados de la seguridad, la efectividad y la eficiencia de las intervenciones. Pero la calidad es un constructo multidimensional sobre el que intervienen no solo aspectos técnicos, sino también la percepción de los pacientes y usuarios, por lo que su opinión es clave y resulta crucial para valorar el funcionamiento global del sistema en su conjunto y la respuesta del mismo a las diferentes expectativas y demandas concretas en cada ámbito. Como es lógico, las valoraciones siempre estarán influenciadas por las propias características socioeconómicas y clínicas de los encuestados, es decir por su edad, sexo, nivel educativo y económico, así como por el estado de salud y los resultados de las intervenciones sanitarias que el individuo experimenta personalmente (lo que se denomina experiencia del paciente). 

Refiriéndose a la realización de encuestas sanitarias para conocer el punto de vista de los ciudadanos, el doctor Albert Jovell contaba hace unos años que, en cierta ocasión, el profesor Robert Blendon, del Departamento de Gestión y Política Sanitaria de la Universidad de Harvard, le explicó: “hacemos encuestas para conocer la opinión y la experiencia de los ciudadanos normales, porque la opinión de los expertos ya la conocemos y su experiencia como usuarios de la sanidad es diferente a la del resto de la población”. Ése es el principal argumento por el que se han de diseñar y analizar las encuestas de opinión pública en sanidad. 

Las encuestas permiten por tanto, conocer y evaluar las expectativas y la satisfacción de los ciudadanos con determinadas prestaciones o servicios y cómo se percibe la adopción, incorporación o implantación de determinadas medidas en el ámbito de las políticas públicas. 

En este sentido, resulta sumamente interesante conocer los datos que revela una amplia encuesta del Eurobarómetro de la Comisión Europea sobre seguridad del paciente y calidad asistencial, publicada también recientemente y realizada entre los meses de noviembre y diciembre de 2013 (sobre un total de 27.919 entrevistas, 1.013 de ellas en España) en los veintiocho Estados miembros. Sus resultados revelan y ponen de manifiesto que: 

• El 53 % de los ciudadanos de la UE considera probable que los pacientes puedan verse perjudicados por la asistencia hospitalaria en su país, si bien este porcentaje representa la media de amplias variaciones entre países: entre el 82 % de Chipre y el 21 % de Austria. En España este porcentaje supone un 54% de los ciudadanos. 

• Un 27 % de los encuestados afirma haber sufrido, personalmente o en su familia, una reacción adversa durante el tratamiento (igual que en 2009, cuando se realizó la anterior encuesta de este tipo). Los habitantes de zonas septentrionales y occidentales de la UE tienden a quejarse más de esto. En España el porcentaje de personas que declara haber sufrido un evento adverso es del 23%. 

• A la pregunta sobre cómo buscar (a quien solicitar) ayuda si se sufren daños al recibir atención sanitaria, el 48% de los encuestados respondió que consultando con un abogado (un 31% en el caso de España); dirigiéndose a la dirección del hospital en el 39% de los casos (39% también en España); el 33% se refirió al Ministerio de Sanidad (un 42% en España) y un 29% citó a organizaciones o asociaciones de pacientes (un 19% en el caso de España). 

• El 46 % de quienes tuvieron una reacción adversa la notificaron, (frente al 28 % de 2009, lo que indica un notable incremento de la implicación de los pacientes). El aumento fue incluso más significativo en algunos países, como Francia (+ 61 %), España (con un 56% ahora supone un incremento de + 40 %) y Luxemburgo (+ 32 %). 

• A pesar de ello, en el 37 % de los casos en que se notificó la reacción adversa «no ocurrió nada», si bien, a un 20 % de los afectados les presentó disculpas el personal médico o de enfermería, mientras que al 17 % les dio una explicación del error el centro asistencial. 

• Con respecto a la valoración de la calidad general de la sanidad, un 71% de los ciudadanos europeos la consideró como “buena”. Este porcentaje sube hasta el 77% en el caso de España. 

• Cuando se pregunta a los europeos por el nivel de calidad de la sanidad de su país en comparación o con respecto al de otros Estados miembros de la Unión Europea, el 34% considera que mejor, un 27% cree que igual, el 25% manifiesta que es peor y el 14% NS. En España, el 44% cree que el SNS es mejor, el 21% lo considera igual, un 14% cree que es peor y un 21% NS. 

• De las personas que se sometieron a cirugía, un 15% de los encuestados afirma que nunca se le pidió el consentimiento por escrito; en España este porcentaje es del 7%. Tal vez resulte más preocupante el hecho de que solo el 39% de los encuestados (45% en España) declararon haber recibido información sobre los riesgos de infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria. Un 50% manifestaron no haber recibido información (45% en el caso de España) y el 11% NS (10% en España). 

• Cuando se preguntó sobre las tres principales fuentes que usan para informarse sobre la calidad de la sanidad, el 57% de los encuestados respondieron que su médico de cabecera u otro médico especialista (44% en el caso de España); el 41% dijo que los amigos y/o familiares (32% en España) y el 26% declaró que a través de las redes sociales/Internet (21% en España). 

• Al pensar en la asistencia sanitaria de alta calidad, los criterios más importantes para los encuestados son el personal médico bien formado (53% frente a un 57% en España) y la efectividad del tratamiento (40% frente al 30% en España). Es bastante significativo que un aspecto como la inexistencia de listas de espera sea citado como un requisito de calidad por un 24% de los encuestados, pero en España este porcentaje alcance el 47%. Otros criterios citados son la dotación de equipos médicos modernos y el respeto a la dignidad del paciente. 

Finalmente, también se ha dado a conocer una amplia consulta pública a distintos agentes sociales y sanitarios realizada entre diciembre de 2013 y febrero de 2014 que viene a confirmar que la sociedad civil (más del 90 %) sigue considerando que la seguridad de los pacientes es un problema relevante en la UE y reflejan un gran apoyo a todas las propuestas de mejora establecidas por la Comisión. Los encuestados consideran que las medidas más efectivas son la implicación de los profesionales de la sanidad, las legislaciones nacionales vinculantes, la participación de las organizaciones de pacientes y la cooperación en la UE en materia de seguridad de los pacientes. El 72 % de los consultados considera que sería muy beneficioso ampliar el ámbito de actuación de la UE, avanzando desde la simple seguridad de los pacientes hacia un enfoque más amplio considerando la calidad asistencial. 

En resumen, la seguridad de los pacientes se percibe como el resultado de una calidad asistencial segura, eficaz y respetuosa con la dignidad y las necesidades de los pacientes. A pesar de los evidentes logros y avances conseguidos, se necesita una mejor formación del personal sanitario en esta materia, una mayor conciencia por parte de los pacientes de los mecanismos y autoridades encargados de su protección, y una estandarización de las medidas y de la recogida de información sobre incidentes, que permita valorar y mejorar la eficacia de dichas medidas. 


El futuro nos dirá si hemos tenido éxito en la tarea…

martes, 29 de julio de 2014

La seguridad del paciente en Europa: 2014

INFOGRAFÍA de la seguridad del paciente en Europa en el año 2014, gentileza del Dr. Rodrigo Gutierrez Fernández. En próximos días tendremos el honor de leer una magnífica aportación que ha realizado para este blog. Les recuerdo que Rodrigo es autor del interesantísimo blog Regimen Sanitatis 2.0 cuya lectura es obligatoria para todos los que necesitemos estar al día en temas de  calidad, investigación, salud pública, gestión y economía sanitaria, bioética, educación para la salud e información y comunicación. En definitiva aprender de sistemas de salud y su gestión. 



viernes, 25 de julio de 2014

¿A qué llamamos Seguridad del Paciente?

Una de las grandes sorpresas que he recibido durante mis ya casi dos años de usuario de las redes sociales ha sido el descubrimiento de una página dedicada a la seguridad clínica y errores diagnósticos, poco conocida lamentablemente y, bajo mi punto de vista, extraordinaria por su contenido, de enorme interés para la seguridad del paciente y para la formación de estudiantes, residentes y profesionales sanitarios en la creencia de la falibilidad de la actividad médica. Una vez conocida la web, rastrear a su autor o coordinador fue más difícil. El compañero Lorenzo tiene la cualidad de la modestia que hace que encubra su magnífico hacer y saber. Hace poco repasaba un antiguo artículo en la revista Medicina Clínica sobre seguridad del paciente en oncología (Errores en oncología y seguridad del paciente), del año 2006 y cual no fue mi sorpresa cuando observé que su autor principal era nuestro compañero Dr. Alonso. Magnífico artículo cuya lectura recomiendo. 

El Dr. Alonso Carrión es Jefe de Sección de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, autor de numerosas publicaciones especializadas sobre todo en el campo de la prevención de eventos adversos en oncología y sobre errores diagnósticos y miembro relevante de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). 
Es el principal coordinador e impulsor del llamado FORO OSLER , asociación médica dedicada a mejorar la práctica clínica como paso importante para centrar la mejora del diagnóstico y del "trabajo médico" en general. El Foro Osler resalta la importancia del razonamiento clínico en las Facultades de Medicina y el análisis de situaciones clínicas basadas en los componentes cognitivos y sistémicos. También promueve la profesionalidad y la mejora de nuevos métodos para la práctica de la Medicina. El Foro no se constituye como un sitio de consulta diagnóstica. Es una organización sin fines de lucro. Puedes seguirlos en el enlace señalado más arriba y también en Facebook (Foro Osler Mejora de diagnóstico), Twitter (@foro_osler) y Linkedin. Ubicado en España, si necesitáis contactar con ellos, puede hacerse a través del contacto del autor de esta inmejorable entrada: Dr. Lorenzo Alonso Carrión: xaalcarr@gmail.com. No dejen de leer esta entrada; simplemente sensacional. Muchas gracias Lorenzo.




¿A qué llamamos Seguridad del Paciente?
En España hemos traducido directamente “Patient safety” como seguridad del paciente, pero la palabra en inglés tiene unas connotaciones más amplias y quizás debíamos hablar de “seguridad clínica” o “seguridad de atención a pacientes”. Este movimiento lleva rondando la sanidad ahora más de 15 años y aunque ha conseguido cambios importantes sobre todo en errores de medicación , ha sufrido, en mi opinión, un estancamiento por una falta de concreción de objetivos. Considero que para avanzar es necesario redefinir a qué llamamos “seguridad del paciente” por medio de sus componentes o dimensiones algunas de las cuales me atrevo a enumerar a título personal:

1. Dimensión administrativa o sistémica: tanto los sistemas públicos como privados han realizado un esfuerzo para evitar la aparición de situaciones que ponen en peligro a los pacientes. Medidas como la organización de la Farmacia han conseguido disminuir los errores de medicación, al igual que los procesos de identificación de pacientes, los procedimientos de “checklist” en quirófano y la implantación de los sistemas electrónicos de historias clínicas. Esta dimensión ha sido necesaria y rápida, pero ha sido monopolizada por la administración como única garante de la mejora clínica, y además su implantación no se ha acompañado de un proceso de control de calidad.

2. Dimensión clínica: la práctica clínica diaria de los médicos y enfermeros ha sido escasamente influida por los conceptos de seguridad clínica, en parte por la dificultad de medir su efecto en el resultado final con los pacientes y en parte por un exceso de confianza o “arrogancia” que hace que los profesionales, sobre todo los médicos, no estén dispuestos a cambiar su forma de trabajo, introduciendo mejoras en la planificación, dando valor a un diagnóstico diferencial completo, replanteándose los casos y sobre todo analizando las causas que se asocian a errores de diagnóstico o de manejo terapéutico del paciente. Es esta una faceta básica en la que se ha confundido la actividad “macro” gerencial con la actividad “micro” de evaluación de la práctica clínica, más allá de las clásicas sesiones clínicas al uso. El conocimiento de los sesgos del juicio clínico, de la organización de la información clínica en forma de patrones en el cerebro y su relación con el ambiente externo son elementos claves para aumentar la seguridad y a su promoción nos dedicamos en el Foro Osler.

3. Dimensión formativa y educacional: los conceptos de seguridad y mejora del razonamiento no forman parte del curriculum en prácticamente ninguna Facultad de Medicina o de Ciencias de la Salud. Estos centros realizan su honorable función informativa de las entidades patológicas y de las bases anatómicas del cuerpo humano, pero hoy en día debe cambiar tanto la forma de enseñar como la incorporación de nuevos contenidos, como una nueva propedéutica, en la que el futuro médico conozca como organizar su información mental, sepa como negociar, destaque la importancia de la comunicación y de la intuición o “inteligencia emocional” y comprenda que está inmerso en un sistema que debe conocer y con el que debe contar para evitar daño a los pacientes. En mi opinión, ni los procesos de simulación al uso, ni las “plataformas” electrónicas cumplen estos objetivos. El médico como profesional individual debe hacer su propio control de calidad y al mismo tiempo debe integrarse en equipos impregnados de esta filosofía.

4. Dimensión del paciente: la seguridad es del “paciente” y por lo tanto éste debe jugar un papel cada vez más activo. Los dispositivos electrónicos caseros van a ser cada vez más determinantes, pero el médico debe convertir al paciente y familia en un sujeto activo de su seguridad, preguntando por sus posibles diagnósticos, siendo la “llave” que cierra el circuito de seguridad al informarle de previsibles complicaciones, explicando signos de alarma, estableciendo redes accesibles de comunicación.


Es propio en muchos ambientes decir que cada cambio en Medicina se produce cada 20 años. En terapéutica y diagnóstico la revolución en campos como la cardiología o radiología ha sido espectacular. Sin embargo, no debemos confundir el modelo: la decisión final sobre un paciente está basada en la experiencia mental, profesional y clínica de un equipo (enfermería, médicos, auxiliares) en su quehacer diario y es en la mejora del “trabajo clínico” como nuevo desafío donde debemos incidir para hacer realidad la “seguridad del paciente”.



Lorenzo Alonso Carrión. Oncólogo médico.
Presidente de la “Asociación Foro Osler para la Mejora del Diagnóstico”.

Julio 2014

domingo, 20 de julio de 2014

La Seguridad del Paciente en la UCI del Hospital Universitario de Fuenlabrada: un ejemplo a seguir

Hoy tiene la amabilidad de contribuir a la difusión de la seguridad del paciente desde este blog, Alicia García Peso, Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) y Coordinadora de alumnos de TCAE en el Hospital Universitario de Fuenlabrada. Alicia forma parte del Grupo de Seguridad del Paciente de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital. Esta técnico nos traslada de manera muy gráfica su aportación personal y como componente de diversos equipos de trabajo a la seguridad del paciente, en primer lugar, en su hospital y, después, por la experiencia transmitida al resto del mapa de centros de especializada del país. El Hospital Universitario de Fuenlabrada, desde su apertura, identificó el ámbito de la seguridad de los pacientes como estratégico para ofrecer una atención de calidad a sus usuarios y optimizar protocolos de trabajo. De manera casi intuitiva se constituyeron grupos de mejora encaminados a definir nuevas líneas de actuación que propiciasen prácticas orientadas a controlar los riesgos. Esta actitud proactiva en el ámbito de la seguridad de pacientes cuenta desde el principio inicios del apoyo de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. 


Gracias Alicia; tu aporte como profesional de primera línea deviene muy importante para el día a día de la seguridad de los pacientes. Sin profesionales tan comprometidos como vosotros no seríamos capaces de desarrollar esta materia tan fundamental para nuestros pacientes, a los que estamos obligados.
 
“Ante el error lo importante es analizar cómo y porqué fallaron las defensas, no perseguir y castigar a los culpables”

La atención en la salud conlleva el riesgo de que ocurran eventos adversos (EA) que pueden ocasionar lesiones, discapacidades, e incluso la muerte a los pacientes.

Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), por su gran complejidad y la gravedad de los pacientes, las múltiples interacciones entre pacientes y profesionales, la gran cantidad de procedimientos que se realizan al día, el uso y manejo de fármacos especiales, la alta tecnología, las técnicas invasivas, momentos críticos de emergencia, personal de nueva incorporación de manera eventual, sobrecarga de trabajo, etc., hace que estas unidades especializadas se conviertan en ámbitos de alto riesgo para que se produzcan EA en pacientes en situación crítica.

La seguridad del paciente ya no es una moda; desde finales de la década de los 90, las organizaciones sanitarias comenzaron a prestar especial atención a la seguridad del paciente, a los procedimientos y a la atención asistencial proporcionada, así como a la identificación de incidentes, eventos adversos, consecuencias y posibilidad de mejora. La seguridad del paciente es un elemento clave y prioritario de la calidad asistencial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió en el año 2002 un informe relacionado con la calidad de la atención sanitaria y la seguridad del paciente, siendo tajante en las siguientes afirmaciones: “las intervenciones de atención de salud se realizan con el propósito de beneficiar el paciente, pero también pueden causarles daño. La combinación compleja de procesos, tecnologías e interacciones humanas que constituyen el sistema moderno de prestación de atención de salud puede aportar beneficios importantes. Sin embargo, también conlleva un riesgo inevitable de que ocurran eventos adversos y, efectivamente, ocurren con demasiada frecuencia”.

En el año 2008 se creó un Grupo de Trabajo en Seguridad del Paciente (GTSP) en la UCI del Hospital Universitario de Fuenlabrada, formado por un grupo multidisciplinar, al que pertenezco desde entonces.



Una de las primeras cosas que se llevó a cabo fue el diseño de un “Plan de Gestión de Riesgos” y como primer paso, nos planteamos evaluar la situación de la que partíamos como Unidad y valorar así la percepción de todos los profesionales de la UCI. Realizamos un estudio de nuestros puntos fuertes y débiles, tanto internos como externos, utilizando la herramienta DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades). Se identificaron factores y áreas de mejora, trabajando en ellas con un cronograma de trabajo.

Otra de las líneas de acción fue la campaña de lavado de manos para la prevención de las Infecciones Nosocomiales con el lema: “Unas manos limpias son unas manos seguras”. En estrecha relación con el grupo de seguridad, se formó otro equipo de trabajo dedicado específicamente a la higiene de manos

Llevamos a cabo un estudio cualitativo para conocer “la seguridad percibida” a pacientes y familiares, difundiendo dicho estudio y los resultados obtenidos al resto de profesionales de la Unidad. 

Participamos en el proyecto “Bacteriemia Zero”, tras los buenos resultados, después llegó la puesta en marcha de “Neumonía Zero” (NZ) y este año, hemos empezado a trabajar en el nuevo proyecto nacional “Resistencia Zero”. Seguimos proponiendo nuevos proyectos de Seguridad en el paciente crítico y el próximo reto será las úlceras por presión (UPP).

También implantamos un “Plan de acogida de personal de enfermería de nueva incorporación en la UCI” con su correspondiente plan formativo y tutorización por personal experto. Recientemente, se revisó el "Protocolo de transporte hospitalario", con numerosas mejoras e implantación de un check list en la hoja de valoración del programa informático PICIS.

Dentro de esta línea estratégica de trabajo en el campo de la seguridad del paciente, el grupo diseñó y desarrolló un "Sistema de Notificación de Incidentes", anónimo, confidencial y voluntario. Con este sistema se conoce la epidemiología de los EA, permitiéndonos desarrollar estrategias y mecanismos de prevención; se trata de aprender de los errores, no buscar culpables. 




Utilizamos habitualmente una serie de herramientas muy útiles como son el AMFE (Análisis de los modos posibles de Fallo y sus Efectos), desarrollando la gestión proactiva de riesgos con aquellos procesos que más nos preocupa o que requieren especial atención, junto con el ACR (Análisis de Causa Raíz), donde analizamos incidentes y eventos adversos notificados en la UCI. 

Llevamos más de seis años trabajando por la seguridad del paciente, porque se ha convertido en un compromiso en cada uno de nosotros. Para conseguir todos los objetivos que nos marcamos debemos insistir en la necesidad primordial de construir una “Cultura de Seguridad del Paciente”, que aunque resulte complejo, es necesario.

martes, 15 de julio de 2014

¿Valoramos adecuadamente la seguridad del paciente en el quirófano?

Todo un lujo nuestra invitada de hoy en el blog. Una muy buena entrada escrita por Amparo Rubio San Pedro, enfermera de Quirófano, con experiencia en gestión y profesora en numerosos cursos al igual que ponente en incontables congresos celebrados. La pasión enfermera por su trabajo la ha llevado a presidir la Asociación que agrupa en su tierra, Comunidad Valenciana, a las enfermeras que trabajan en  quirófano (Asociación de Enfermería Quirúrgica de la Comunidad Valenciana -AEQCV-). Tengo que confesar que desde que coincidimos en un Congreso en Peñíscola, sentí una especial predilección científica por ella lo que me condujo a invitarla como ponente al Congreso de AEGRIS celebrado en Santiago de Compostela el año pasado con notable acierto.
Gracias Amparo por tu contribución magnífica en este humilde blog. Una aportación muy interesante y valiente. Validada por tu importante experiencia y entusiasmo por tu profesión. Entre todos estáis haciendo importante en contenidos este cuaderno. Y, por ende, la seguridad de los pacientes.




Desde hace más de un siglo, la cirugía viene siendo un componente esencial de la asistencia sanitaria en todo el mundo y como consecuencia de ello, es ampliamente reconocido el problema de la seguridad en el Quirófano según se desprende de los estudios realizados que nos llevan a confirmar la magnitud y omnipresencia del problema.

Por consiguiente, un movimiento mundial que promueve un enfoque sistémico de la seguridad de la cirugía simplemente podría salvar la vida de millones de personas en todo el mundo. Debido a ello y como ya es reiterado en múltiples foros pero es de interés volver a incidir, en 2004 la Organización Mundial de la Salud, crea la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente en respuesta a la Resolución 55.18 de la Asamblea Mundial de la Salud, en la que se insta a prestar la mayor atención posible al problema de la seguridad de los pacientes. Cada año la Alianza organiza programas que tratan aspectos sistémicos y técnicos y cada dos años se formula un nuevo reto destinado a impulsar el compromiso y la acción internacional en un aspecto relacionado con la seguridad del paciente que suponga un área de riesgo importante.

Así el primer Reto se centró en las infecciones relacionadas con la atención sanitaria, aspecto muy a tener en cuenta en el quirófano, y el tema elegido para el segundo Reto es la seguridad de las prácticas quirúrgicas.

La Alianza Mundial empezó a trabajar en este reto en enero de 2007, con un objetivo claro, mejorar la seguridad de la cirugía en todo el mundo, definiendo para ello un conjunto básico de normas de seguridad. Con este fin coincidieron en señalar cuatro áreas en las que se podrían realizar grandes progresos en materia de seguridad de la atención quirúrgica: prevención de las infecciones de la herida quirúrgica, seguridad de la anestesia, seguridad de los equipos quirúrgicos y medición de los servicios quirúrgicos.

Hasta aquí, el planteamiento de una teoría, general, perfecta y evidentemente, creada para dar solución a una realidad existente de “potencial inseguridad” pero ¿cómo resulta su aplicación respecto a la enfermera en el Quirófano en los Hospitales públicos de algunas Comunidades de nuestro país? 

Para aportar posibles respuestas e incluso propuestas de solución, me baso en la experiencia que me otorga el trabajo realizado desde hace un período importante de tiempo, en el Quirófano de un Hospital “de referencia” o lo que es lo mismo, un hospital donde se remiten las urgencias de los hospitales comarcales que no disponen de ciertas especialidades quirúrgicas

Plasmando una realidad en cuanto a la aplicación de esas medidas tendentes a proteger al paciente y por tanto garantizarle seguridad en su paso por el entorno quirúrgico, voy a centrarme en una cuestión que afecta directamente a nuestro colectivo enfermero y en mi opinión, quiebra la intención del concepto de que la “cirugía segura, salva vidas”.

Concretamente me refiero a la contratación de personal cualificado. Queda claro la parte que corresponde a los médicos cirujanos especialistas, cada uno de ellos asignado a su correspondiente especialidad quirúrgica y exigentes en cuanto a las medidas de seguridad del paciente y del entorno quirúrgico en especial del personal que debe colaborar en cada intervención, es decir la enfermera de quirófano. La asignación de los puesto de trabajo (personal fijo, cobertura de bajas, vacantes…) no sigue una lógica acorde con la seguridad a la que nos estamos refiriendo, en ciertos gobiernos autonómicos, en el departamento correspondiente, impera una norma que no distingue entre calificación y cualificación, la persona a designar es un número colocado en un orden y es bajo ese criterio único como se incorpora una enfermera a un quirófano.



Actualmente para ello, se funciona mediante una “bolsa de trabajo general”, negociada por representantes sindicales y de la Administración, en Mesa Sectorial y en la que como méritos, se constata exclusivamente el tiempo trabajado sea cual sea el puesto ocupado y el conocimiento de la lengua de la Comunidad, demostrado mediante previo examen de un organismo de la Administración. En absoluto cuenta la formación específica en determinadas áreas, llamemos especiales, ni por supuesto la experiencia laboral en ellas y ya ni hablar de la investigación.

Si bien hemos de reconocer que en algunos hospitales las Direcciones de Enfermería, se facultan para intermediar con algunas medidas que vienen a solucionar la distinción antes citada. 

Por ello, se crea la paradoja real, de que una enfermera puede ser contratada para ocupar estos puestos mencionados en quirófano, aunque carezca de experiencia para realizar con mínimas garantías tanto para el paciente como la funcionalidad del quirófano y de su equipo (cirujanos, enfermeras, auxiliares…) o lo que es lo mismo que jamás haya “pisado” ni durante su período formativo como enfermera, ni laboralmente un quirófano.

Este hecho, que he compartido en múltiples ocasiones, siempre me ha llevado a una reflexión importante, haciendo un repaso a mi quehacer diario, me encuentro con intervenciones quirúrgicas, en las es imprescindible disponer de conocimientos formativos específicos previos. 

Podemos exponer aquí de una forma sucinta y sin la más mínima pretensión de una evaluación del puesto de trabajo, aquellos aspectos acerca de la seguridad del paciente en el quirófano, en las que la enfermera debe constituirse en garantía de su cumplimiento: Identificación, posición, maniobras de isquemia (cuando requiera), protección ante la electrocoagulación, control de la retención de cuerpos extraños, asepsia, control de la esterilización y de su trazabilidad, actuación ante una vía aérea difícil, control de las vías de perfusión, sistemas de ventilación, no olvidando de forma específica la comprensión y el necesario adiestramiento en la instrumentación, adecuando el material y equipamiento, no debemos olvidar la constante evolución exponencial de la cirugía y de sus procedimientos, que obliga a las enfermeras de quirófano a una constante actualización. Y citar, como uno de nuestros últimos reconocimientos como garantes de la seguridad, la recomendación, por parte de la OMS, que sea la enfermera la encargada de administrar el listado de verificación quirúrgica

Como contrapartida a esta situación actual y trasladándonos con la Historia a 1896, cuando se crea en España, por parte del Dr. Federico Rubio y Galí, la primera escuela de Enfermería, la Escuela Santa Isabel de Hungría, en un entorno exclusivamente quirúrgico, en el Instituto de Terapéutica Operatoria, fundado por él, unos años antes. Federico Rubio ya creyó hace más de un siglo en la necesidad de una enfermera preparada y cualificada, no solo de una mujer de buena voluntad, como hasta entonces, para trabajar en la sala de operaciones. De esa enfermera a las de hoy, hemos retrocedido un poco más de un siglo. 

Como conclusión a esta reflexión y en este tiempo tan reivindicativo, nuestra labor merecería ser reconocida de forma bien diferente. Una especialización en el trabajo diario se impone a cualquier otra lógica porque la tarea de la Enfermera en el Quirófano es altamente funcional, eficaz y genera resultados significativamente productivos; pertenece a un válido grupo fundamental, como dicen los gestores, en la optimización de la Sanidad, aunque algunos pongan mucho esfuerzo en negarlo. Y por supuesto y como más importante somos los encargados de garantizar, en gran parte del proceso quirúrgico, esa seguridad que por derecho propio le corresponde al paciente.

Añadir tan sólo, que una posible solución a esta pequeña parte del conjunto de problemas potenciales de la seguridad del paciente en el quirófano, pasaría simplemente por un encuentro facilitador de nuestras posturas no únicamente reivindicativas, con la administración sanitaria, direcciones de Enfermería, la propia Universidad y valorar en conjunto, la necesidad y la necesaria formación y lógicamente con los agentes sociales que deberían ser susceptibles de la necesidad de especialización y formación en cierto puestos y áreas asistenciales donde la seguridad del paciente no es una demanda de un colectivo, sino una necesidad de la sociedad que garantice los cuidados y la seguridad del paciente en el entorno quirúrgico

jueves, 10 de julio de 2014

Pensando en los pacientes (2)

El error está considerado en nuestro espacio sanitario como tabú, y enseguida se escora hacia un sentimiento de culpabilidad, de fracaso de los profesionales que no se ha superado, a pesar del avance experimentado en las prácticas de calidad que rodean la asistencia sanitaria. La reducción de la tasa de eventos adversos -evitables-, objetivo último de los programas de seguridad del paciente, no podrá conseguirse hasta que se materialice un profundo cambio cultural del conjunto de profesionales multidisciplinares que actúan en la red sanitaria. 
Todo progreso no se logrará más que a través de la implantación de un ambiente de transparencia, de comunicación sincera entre todos y de formación y recertificación profesional específica. 
En definitiva, cuando la seguridad del paciente no sólo se predique sino se practique. 
Hace falta crear las condiciones que hagan posible este cambio que no puede ser más que gradual, paulatino, aún siendo consciente que llevamos años marcando este precepto como objetivo a conseguir. 


Pero no son los profesionales los que mayor protagonismo adquieren en esta ocurrencia de hechos no deseados. Los accidentes evitables representan para los pacientes, víctimas principales, así como para sus familiares, un problema subestimado, no suficientemente estudiado todavía, aunque se progresa en su investigación, sobre todo en la última década. 


Los riesgos a los que se someten los pacientes son muchos, variados y poco homogéneos invocando múltiples causas; los enfermos, la mayor parte de las veces, poseen nula o escasa información o, cuando la tienen, no la comprenden bien, lo que hace que los riesgos no sean valorados adecuadamente y como consecuencia, se establezca una relación asimétrica en la relación profesional-paciente. El ciudadano deposita su confianza en unos profesionales muy bien formados y competentes. Cuando les interrogamos sobre la calidad del servicio sanitario, esperan el máximo respeto a su dignidad e intimidad, empatía, fiabilidad, continuidad, accesibilidad, rapidez y confort. 
Nunca piensan, a priori, en seguridad de las actuaciones sanitarias o en riesgo de accidente, daño o lesión atribuible a la asistencia sanitaria recibida. 
Cuando ocurre este resultado no deseado se genera un ambiente de intranquilidad, de hostilidad. Se instaura un plus de desconfianza; los pacientes tienen la impresión de que la información se esconde, que la ley del silencio es la que predomina en el servicio o en el centro sanitario, que la verdad se camufla tras las puertas del hospital, centro de salud o administración sanitaria. 

Esta visión coexiste con la creencia de que un "un profesional competente y prudente no comete errores"; de hecho, las facultades de medicina, durante décadas, han hecho hincapié en la infalibilidad de esta ciencia por lo que el riesgo de error se configura como inversamente proporcional a la experiencia y destreza adquirida y el grado de vigilancia aplicada. 
Así conceptualizado, el error cuando se comete se convierte en un fracaso personal, y, a veces, en una tragedia (segundas víctimas). 
Hace falta romper esta percepción punitiva del error, teniendo en cuenta que numerosos estudios e investigaciones han demostrado con creces y sobre bases rigurosamente científicas, que la conducta inadecuada de los profesionales no es el origen más que de una minoría de accidentes evitables; las causas del resto de eventos adversos hay que buscarlas en la propia (des-)organización del sistema, en el (dis-)funcionamiento del servicio sanitario
Factores predisponentes al error se camuflan en las actividades, procesos o procedimientos clínicos, en la debilidad de las barreras defensivas y en la propia organización de los centros sanitarios para favorecer la actuación inadecuada de los profesionales, la desviación asistencial que puede, o no, provocar un daño al paciente.

La frontera entre evitable e inevitable no es casi nunca neta, impermeable, ni estable sino más bien porosa y dinámica. Los avances de la ciencia y el desarrollo tecnológico desplazan de manera muy dinámica estos límites: lo que era ayer era inevitable, hoy no lo es. Y al contrario. La resistencia a los antibióticos con el consiguiente incremento de las infecciones nosocomiales puede considerarse un ejemplo de retroceso técnico.
Pero sin duda, la mejor forma de actuar en seguridad de los pacientes es la gestión proactiva, aquella que permite la anticipación al error; generalmente se trata de actuaciones que se realizan durante el proceso de concepción o del propio diseño del proceso, servicio o actividad sanitaria.
Seguiremos desgranando la seguridad del paciente; la misma es un camino a recorrer, paso a paso, marcando el sendero.