Si quieres demostrar algo absurdo toma un montón de datos, tortúralos hasta que digan lo que quieres demostrar, y a la confesión así obtenida llámale "estadística" (Darrel Huff, "How to lie with statistics")
Dos meses de viajes intensos llevo, cruzo el país de este a oeste con frecuencia. Utilizo como medio de transporte el avión y la paciencia. Y aunque parezca incongruente con lo que voy a describir a continuación, uno no piensa (y mira que tienes tiempo para eso) en las probabilidades que te asisten de llegar al punto de destino indemne; lo das por hecho. Así es la vida, afortunadamente.
A veces al disertar sobre errores de la práctica asistencial, efectos adversos o resultados no deseados en la clínica, se tiene la tentación de comparar esas cifras de riesgos con las probabilidades de sucesos adversos en la vida cotidiana. A modo de ejemplo, la probabilidad de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana tras una sola transfusión es de 0,7 por millón; tras veinte lanzamientos consecutivos de una moneda, la posibilidad de que salgan todas caras o cruces es de uno por millón; la muerte por accidente de avión alcanza 2,4 veces por millón de ocasiones; la muerte fulminante por el alcance de un rayo es de 2,8 por millón, la muerte en el acto anestésico de 7,5 por millón y la muerte por accidente de automóvil, 187 por millón.